jueves, 10 de diciembre de 2009

Evocación

Cuando en un destello de luz
me asalta la vida
me descubro mirando mi propia carrera,
inmenso y ávido de viento
como el horizonte mismo.
Presiento el beso de unas manos
que perfumadas de lejía
me enseñaron el amor
resumiendo el mundo
y curando cada pesadilla.
Despreocupado en la inocencia
hasta que quizás un grito
o el roce de unos labios, no lo sé,
me empujaran al abismo
del estrepitoso recorrido que es sentir.
Y cada vez más aprisa se suceden
la noche y sus fantasmas,
la perinola y las risas,
licores hastiados de lluvia y deseo
y esta tinta deslizándose como lágrimas.