viernes, 20 de noviembre de 2009

Abraxas


ἄβραξας



Si volteas tu cabeza para mirar por la ventana
comprenderás que está amaneciendo.

Con su gesto taciturno y divagante
se alza el sol
trayendo las lenguas de fuego de su vientre,
igual que ayer.
Pero no es éste el mismo sol
que hiciera sudar tu frente,
volviendo tu sien más oscura
y dejando a su paso
el sabor a sal de la espuma en los labios.
Hoy viste su semblante con resurrección y vida nueva,
con la fortaleza de ajadas manos
y perfumado rumor de flores.

Quizás ahora que desvías tu mirada del despertador
pueda llevarme el sol en su vuelo y acercarnos
en ensoñaciones de luces
y golondrinas que emigran,
sonidos de selvas con pañuelos en el rostro,
heridas negras de la tierra
en grietas que regaron el llanto y los misiles
y la sensación de olas rompiendo en la quilla
de este barco que no volverá a tocar puerto,
igual que ayer.

Si sucede que me equivoco
y las alas de mis ilusiones no pueden llevarlas lejos
y, con su gesto taciturno y divagante,
no se alza hoy el sol
dando con su brillo cálido rubor a tus mejillas,
permite acaso que la luna
lave nuestros rostros con el último rocío,
y cual humilde regalo,
nos deje saber que la luz
que ilumina sus tristezas
no le es propia.

martes, 10 de noviembre de 2009

Babel

Construíase Babel en nuestros labios
llevando con palabras a lo etéreo,
mas amor en aquel grado fue presagio
alzando en falsa torre nuestros cuerpos:

era un duelo a muerte lo propuesto
y a la muerte nos llevó aquel camino
cuando ilusos, ladrones de lo eterno,
pretendimos escapar del vil destino.

Aventurábase el fin muy presuroso
danzando en su gozoso movimiento
y sucumbimos al filo del momento

en que la piel degustaba lo suntuoso
de las almas abrasadas en suspiros
encendidas en el último latido.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Chocolate

Rompiendo todos los pronósticos
no calificamos para cuento de hadas
y sin ser ni villano ni doncella
ni príncipe azul ni bruja del cuento
decidimos un día
llenar nuestros pulmones,
mirar la luz a los ojos,
y recorrimos el parque
sintiendo el roce del pasto en nuestros pies,
rodando por el suelo
y caminando de la mano
como infantes despreocupados
disfrutamos un helado
llevando a nuestros labios lo eterno
en donde nada importaba.
En una caricia resumimos el tiempo
de dejarnos llevar por los autos que pasaban
haciendo primavera del verano
y nuestra mirada sólo se volvió
para descubrir aquella estrella
que en su altura indiferente
nos señalaba el camino.
Así, sin aparecer
en la cartelera de la gran pantalla
nos vivimos distintos,
tenues espectros del deseo,
para descubrir un día
que la derrota tiene sabor a chocolate.