jueves, 19 de agosto de 2010

Hijos del fuego

Al abrigo de los brazos que se alzaron
en aquel éxodo de la libertad,
ellos se mecen.

¡No! No es locura el fragor
del humo que desatan.
Son cicatrices en las calles.

Inquieta al miedo su presencia temeraria
porque invita a no temer.
Inquieta a los tiranos su grito embravecido
porque pregona la justicia.

Ya no habrá que huir.
Signó el terror su sangre
y llueven pese a todo.

Despertarán al futuro
con viento de manos,
los hijos del fuego.

Acabarán los esoterismos de la vida
y seremos, al fin, libres.
Acabarán absueltos por la historia
los héroes de hoy.