martes, 19 de octubre de 2010

De la lluvia y otras lágrimas

Con el morado de un pañuelo
ataste el cielo y tus cabellos.
Comencé a caer como la vida
a tus pies y en cada paso
y desperté en ti. Sólo supe
existir en el roce de tus manos
si enjugabas mi rostro
y mis temores. Eras sombra
y noche, escondiéndome
en tus ojos de abismo,
suave abrigo. Sobre
la acera quedó el vaho,
los zapatos y las luces
de todo lo ignorado.
Y en los labios
apagaste mi sangre, nos
perdimos de temernos
cuando, tiempo antes,
quedó ciega la última estrella
en un grito mudo de extrañarnos.