lunes, 20 de diciembre de 2010

Qué puedo darte

Lo más abyecto
en mí no ha existido
acechando oscuro
tras una esquina
por profanar de tu piel
la infancia intacta
en un arrebato.

No ha existido
en mí lo más sublime
vertiendo pétalos
por tus caminos
que aromen la inocencia
de mi amor y su
diáfana pureza.

¿Qué han de darte
mis manos simples?
¿Qué ha de darte
mi boca fresca,
esta risa
tan de niño,
mis ojos muertos?

¿Qué han de darte
mis pobres pasos?
¿Qué ha de darte
mi torpeza,
este andar
sin huellas,
mi letanía?

Escapa la certeza
de tu cuerpo claro
y tiembla
desde el borde
de mí mismo
la totalidad
si tú callas.