Pretensiones de claveles
nunca podrán ser borradas
por la sangre en las espadas
que acorralan las paredes;
ni oro negro ni metales
(titánicos mausoleos)
empañarán los deseos,
sonrisas, manos o madres.
Por eso, este verso, recua
del dictado de los tiempos
que ha dejado sin aliento
a los pueblos, a los mundos,
obliga un cambio de rumbo
y esgrime, a los dioses, esta tregua.