Te escribo un verso.
Luego lo tacho...
Ya han escrito a unos ojos.
Arrojo nuevas letras
y un borrón...
También hay sonrisas de papel.
En un renglón me detengo
y pienso:
labios, piel y sexo,
belleza y vida y sueño
y todo
merecidos poemarios tienen.
Entonces sólo tú me quedas,
tan simple,
indescifrable y siempre.