Un colectivo atraviesa la calle
salpicando de barro las aceras
y quedan los años de mi infancia
colgados en la ventana abierta,
acercando viejos tiempos,
recuerdos de vida plena,
cuando soñar alcanzaba
para que se hicieran ciertas
las cosas que yo deseaba,
cariño en manos sinceras.
¿Qué fue de aquella sonrisa,
de ese niño que yo era
abrazando los detalles
de los días, de mi tierra
enana, los ojos de mi gente
que no eran de llanto ni pena?
¿Qué ha pasado con el mundo?
Ya no es mi alma serena
desde que tanto me duele
amarlo como lo hiciera.
No quiero al cielo sin aire
y sin pasos a la huella.
Tantas luces, humo, fiebre,
sabores, piel, piedras.
No quiero nada de nada.
Ya no es mi alma serena
desde que tanto me duele
el camino sin la belleza,
mi pueblo sin su esperanza,
la vida tras la frontera.