Habré de levantarme una mañana
moviendo los pies con poca prisa
por llegar despierto a la ventana
y encontrar en las nubes tu sonrisa
el recuerdo inmaculado que me dejas,
gentil Pandora cotidiana,
matando cada una de mis quejas,
pintando en mis ojos la mirada.
Solo así comprenderé que el mundo es mundo,
y feliz de hallarme aún en el rumbo
que supo acercar tu compañía,
tenderé mis manos a la tierra
para salvarnos de morir en esta guerra
y sembrar, bajo tu luz, una alegría.