¡Si acaso parece ayer
cuando semilla yo era,
por sus manos y maneras
moldeado y puesto a crecer!
Por favor, tiempo, no puede
usted así despedirse.
Ayúdeme a redimirme,
a que en páramo no quede.
Alimentar a las fieras,
con mi carne y mis lamentos,
será si en este momento
me soltase usted ahí fuera.
Suplico tenga mi mano
y acompañe mi sentir,
pues de enseñarme a vivir
creo que se ha olvidado
o será que en la madeja
no hallo las instrucciones
y me asaltan los temores
si lo veo que se aleja.