A Rocío, sin saber por qué.
Con pesadumbre recorro la casa
revolviéndolo todo.
Busco en los cajones y alacenas,
miro bajo la cama,
escondido detrás de las cortinas,
disimulado entre papeles
o en alguna foto añeja.
Reviso los bolsillos de un pantalón
que hace ya mucho tiempo está en su percha,
la tierra de las macetas,
la ducha, el techo
y hasta esa flor que aplastada aguarda
dentro de un libro.
Desesperado por no encontrarlo
me desnudo lentamente
frente a un espejo
buscando bajo mi piel
y en cada gota de mi sangre
hasta verme vacío,
para tristemente asumir
que no tengo ni puta idea
de dónde está ese abismo
en que van cayendo los días
y que pudo conducirme hoy
a hallar de nuevo tu sonrisa
y salvarme.