Estabas allí, sentada a mi lado,
cuando dejó el mundo de girar.
Quedó sólo sepia fotografía
de la gente que iba y venía,
y fue tan sordo el silencio
que también el sol se congeló
un instante, para contemplarte.
Desbordado de tus ojos
te arrebaté en un beso
y todo recobró su movimiento y su color
justo cuando yo dejaba de soñar.