viernes, 25 de junio de 2010

Tabú

Sin desearlo y con deseo
tu carne me confiesa
que es eterno el amor
de mil noches y un día.
Con un suspiro entre dientes
se yergue mi hombría
y tu piel se eriza en mis uñas
rasgando tu espalda.
Me abres el íntimo lecho
de tu calidez y tu cuerpo,
trémulo en mis labios,
me baña de sal y anhelo.
Lumbre soy entre tus manos
que me aferran y empujan
cuando me acerco y alejo,
libido y lascivia.
Respiro de ti,
te descarno y me adentro
en tu mar y pasiones,
desenfreno y sudor.
Seremos incorpóreos,
derretidos, magnates
hedónicos e incautos
ebrios de miel.
Bomba de tiempo y sangre
explotaré en ti y, extasiada,
harás implosión, ninfa sensible.
Mas, por la mañana partirás.