miércoles, 13 de marzo de 2013

Puertos


Guardo tu sonrisa intacta
iluminando desde tu retrato.
¡Qué bella cumbre,
aquél instante!
Qué pena no caber en el molde
del hombre que esperas.
Qué pena tu imagen sobre mi repisa,
qué pena hallar tu inocencia en mi boca,
qué pena corromperte por mis pies de barro.
¿Cómo he de culparte en tu partida?
¿Cómo ibas a lidiar con estas sombras,
con el reflejo descarnado en mis espejos
cuando me asalta el recuerdo
del dolor bajo mi piel?
No pude decirte a tiempo
tanto odio que guardo.
No supe contarte nunca
de mi voz desgarrada.

Llevo la vida inmensa
multiplicándose entre mis manos.
¡Qué agonía intensa
algunas noches!
Han visto mis ojos ceñirse la muerte
sobre unas manos niñas que jugaban.
Mi sangre fue testigo del temor,
del flagelo, de tanto castigo.
¿Cómo no olvidar el sabor de mis lágrimas
entre tantos desencuentros?
Qué pena perderme a mí mismo,
qué pena no poder borrar los duelos,
qué pena no aguantar un poco más.

Guardo tu sonrisa intacta
iluminando desde tu retrato.
Guardo tu tranquilidad,
tu paz, tu sueño,
Tan sólo los guardo.