domingo, 24 de mayo de 2009

Sentencia II

Es extraño conocer el desenlace.
Miles de manos se tendieron con desprecio arrojando monedas en el correr de sus días. Con fingidas pretenciones sonrieron, creyendo ser hombros. Pero nadie preguntó su nombre. Su dolor y su futuro permanecieron desconocidos. Incluso estas letras no se animan a nombrarlo, conservando el anonimato de los que no entienden de ambiciones y ya no tienen esperanzas.